viernes, 17 de septiembre de 2010

Partículas de hombre...

Exige de mi la gloria, la admiración y la presencia de un solemne, inmortalidad de un sin nombre, que llene las necesidades de toda la humanidad, como lo hago es como lo intento, pero suelo encontrarme con que su respiración me molesta y no deja concentrarme, son esas partículas de hombre, de terrenal que me mantienen alejado lo más lejos del silbido, por que si lo que espero de mi no es de nadie, no me atormentes con tus adjetivos, ni tus pareceres a medias, que son tan disolubles como el momento que dejo de existir, es lo que me hace feliz lo que me entorpece, es lo que sin querer poseo y no visualizo, me enloquece. En un panteón de lesbianas famélicas, reino de los placeres desorbitados, se encierra en la cúspide la tortuosa jineta del capitán de un navío sin velo, Otro mortal entre submorales, que cree en tierras fértiles sobre cadáveres mórbidos, no más lejanía para los del metro veinte, que habrán sus piernas si es que es necesario, por que la felicidad enloquece hasta al más irrisorio u endeble, tal y como las palabras protuberantes de una cualquiera, que miente, me miente, como todos, me enloquece.

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