miércoles, 18 de agosto de 2010

Es tuya a eso de las doce...

Sol a carcajadas verdes como cimientos olvidados, círculos de espuma en una banca solitaria, gritos que revientan en el polvillo de tu sesera, en ruinas la crisis de la retórica y bla, bla, bla. Fundido en un espacio entre lo que vez y lo que crees, la escapatoria es sencilla creer en lo que vez, para que así la pavoneosa realidad sea tan ella, como esa mujer, que es tuya a eso de las doce.

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