viernes, 20 de agosto de 2010

Engendro de la moneda...

¿Como transmutar los colores para que así nuestro legado sea eterno, y crear la sensación de un mundo sublime? . Las utopías ya no existen, son para los bárbaros, hombres vestidos de hombres, transexuales del sexo, asexuados del tiempo y mujeres desnudas sin miedo. La catarsis catártica cartesiana es: lijar las tuberías del viejo sueño aguado, torcer hasta el punto del quebranto a las pesadillas de un desdoblado torso, sonreír a la mal aventurada peripecia y en un pulmón a dos segundos y medio, de la trizadura en un pie sin compás melódico para un exuberante ocaso parodiado, mirar a ese, a ese mismo, que no te siente y se extravía en las líneas de acuarela, ese, ese mismo, retratista, delineante de una palabra tan descomunal, que la orbita tendría que ser un delgado proverbio encerrado en una verdad ante una verdad, para poder distar al eclipsado engendro de la moneda. Como lo sospeche, la respuesta es tan sencilla.

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