miércoles, 3 de noviembre de 2010

Una pequeña eternidad...

Ahora me remito a traficar oxigeno, soplar placebos y masticar el cuero de un final, sin el había una vez. Edificando palabras de ajenjo, para talarlas y escribir con ellas precipitado a la blasfemia, rajas la protuberante deformidad de los rascacielos, para buscar afinidad en los ciegos de narices, nadie te mostrara el amor, pueden vender mil cuadrados y billones de rectángulos, pero la materia solo brota fértil de un cardumen de acequias tristes, libres, pero tristes. Aun así nadie te mostrara el amor, polillas en mis oídos, zumban noches arrastradas por el antagonista del vientre, sellado oníricamente para no vivir en lo abstracto, pues compro no y te regalo el pedazo de mármol. Pero aun así nadie te mostrara el amor, los deseos en estos casos no son del carbón otoñal, si no de la vergüenza primaveral. Mi vida son las palabras y eso no me lo quita ni el más grande asesino. ¿Quien te mostrara el amor? el silencio, puede ser pero ¿cual es la línea que sigue? A si, el resto, el resto es silencio,tan solo una pequeña eternidad.

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