lunes, 27 de diciembre de 2010

No me veo las manos...

A veces, debo admitirlo, me pierdo no me veo las manos, tengo terror de mirar más allá de mis ojos, y encontrarme con nada. Despertarme con las mismas trompas y agujeros lejos de la ciudad, de mi manantial , de tu muerte en el tiempo, de irreversibles milagros y cuentos, otro discar pueda pronunciar historias correctas, llenas de grandilocuencia y subliminalidad del alma, gran conocimiento y manejo de verdades, ahora paloma negra olfatera, posa sobra mi dolor inexistente y mi molestia prominente para que el parlante del sonido interno del cajón guarde tranquilo hasta la próxima estación, dos maricones, la mirada lejos y ese, ese, ese gran y sincero dolor. Me lo pido por favor.

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