jueves, 7 de julio de 2011

Prostituyendo tus calzones...

Sangran las costillas, vertedero de párrafos en tinta carbone, el corazón le estalla en la cima de una siesta dolorosa amarga, dejen que sonría, que llore y que cuente las nubes debajo del catre con sabor a té, un recreo sin campana y revuelo de mi sexo al aire tipo dos treinta de la madrugada, un bigote en la barba de un señor que no deja de pensar en esas cosas que se alejan, con el navío se las llevan, el lo dijo; sensato solo es el viaje si el marinero se convierte en capitán tanto dentro como fuera de la frontera del desierto, grandes y viejos moradores de los pasillos de una capilla belicosa, de una cuadrilla al desnudo, vendiendo la educación, privatizando los secretos y prostituyendo tus calzones, agita la mano maricon que si te veo te arranco los cocos, te lo digo con todo mi amor, debajito del corazón.

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