Más tarde esa noche, auspiciado por la neblina, conteste el viejo xilófono de tu armario, vi a los peces mendigar notas agrias, lejos del femenino estado, que dictan los celos. Como un consejo caído, un equino zapador se mimetiza entre dígitos femorales y la secreción de una posada encontrada por el rubro de la nada.
Quienes de loza, anfibios de rojo pelaje, vestidos hasta las orejas van , ven al camión suspendido en el colchón que no alcanza a volar.
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