jueves, 17 de febrero de 2011

Desde la montaña al infinito...

Son las líneas de tus manos que me abrazan sobre las pulgadas de los cerros, una bocanada de estrellas, entre el púlpito de una ciudad que ya vimos y hacia otra que no vamos, por que no fuimos de ella, luego la perdimos en la siguiente parada desollada por trenes secos moradores y grillos rendidos por la distancia, una casa evaporada nos libra de tanta letanía industrial y de gente que solo sabe amar lo que no ve, con el brillo del sauce sigo por el riachuelo hasta tu zaguán perpetuo cerca del lazo que traza la luna en tu oído encañonado al espacio que desemboca en mi hálito brahmánico intocable por las castas de otros colores y otras distorsiones, es decir que por la noche cuando amanece en la misma noche, te llevo al punto en donde brotan palabras del granito, para caer desde la montaña al infinito.

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