Calcinado en un bello día, la opera recita una oda sobre la fe obtusa de parapentes alados, poblando aquella plaza, alucinado con cortinas de baño y escaparates suicidas, mi cara es un tajo abierto desmenuzada por el sueño exteriofobico, vaginas de carroña y ungüento germinal, así como muerto terminal, solo queda esperar.
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