sábado, 29 de enero de 2011

Calcinado en un bello día...

Calcinado en un bello día, la opera recita una oda sobre la fe obtusa de parapentes alados, poblando aquella plaza, alucinado con cortinas de baño y escaparates suicidas, mi cara es un tajo abierto desmenuzada por el sueño exteriofobico, vaginas de carroña y ungüento germinal, así como muerto terminal, solo queda esperar.

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